Seguimos en la yurta admirados del diseño que tiene, en el centro tiene una salamandra que mantiene el calor y no entra nada de humo. Vemos desde el interior que se desarman y arman con gran facilidad.
Hoy estuvimos pescando y nos mojamos las piernas con agua de deshielo. En nuestra caminata nos encontramos con muchos niños que lavaban la ropa en el río, juntando agua con un buey, haciendo cruzar un grupo de yaks, cuidando a sus hermanitos y todos tenían algo en común: nos saludaban contentos!
Sigo confirmando que el pueblo Mongol es pacífico, se los ve que no son ambiciosos muy felices con su tierra y familia.
Mañana volvemos a Ulan Bator para emprender nuestro camino a Beijing.
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