Nuestros amigos moscovitas Marina y Eugenio nos acompañaron hasta que salió el tren hacia Irkustk.
El transiberiano es el más largo del mundo y para que se den una idea nuestro trayecto es como de Ushuaia hasta el Machu Pichu!
La tercera clase es bastante cómoda comparada con el tren que nos tomábamos de chicos a Bariloche, tiene camas que se hacen mesas y asientos, frazadas, sábanas, agua caliente y radio. En el libro: "El gallo de hierro" de Paul Theroux menciona todo igual pero la radio no se podía apagar, por suerte ahora si. Los baños son limpios, tienen agua caliente, los limpian cada tanto y hay un termo gigante llamado Samovar donde podemos sacar toda el agua caliente que uno quiera, así que el mate y truco Lo tenemos asegurado.
Las personas están un poco sorprendidas de que cuatro Argentinos estén por estas tierras, nadie habla ingles. Pero con mi ruso básico pudimos saber algunas cosas de las personas que nos acompañan: Ludmila tiene 65 años y viaja de Moscú a visitar a familiares, su madre está enterrada en la isla de Olhkon (donde vamos) lee mucho
y juega muy bien al sudoku. Polock tiene aspecto de Buryato y viaja a su república para casarse. Vlad tiene 17 años y está de vacaciones. También hemos interactuado con los niños haciendo sonidos de animales.
El Volga nos sorprendió durmiendo, es un río místico pero al verlo me pareció como cualquier otro.
Tanto Eugenio como Martina nos escribieron y llamaron por teléfono para ver como estábamos, ojalá que puedan viajar a Argentina algún día para recibirlos y mostrarle nuestra tierra.
El transiberiano es el más largo del mundo y para que se den una idea nuestro trayecto es como de Ushuaia hasta el Machu Pichu!
La tercera clase es bastante cómoda comparada con el tren que nos tomábamos de chicos a Bariloche, tiene camas que se hacen mesas y asientos, frazadas, sábanas, agua caliente y radio. En el libro: "El gallo de hierro" de Paul Theroux menciona todo igual pero la radio no se podía apagar, por suerte ahora si. Los baños son limpios, tienen agua caliente, los limpian cada tanto y hay un termo gigante llamado Samovar donde podemos sacar toda el agua caliente que uno quiera, así que el mate y truco Lo tenemos asegurado.
Las personas están un poco sorprendidas de que cuatro Argentinos estén por estas tierras, nadie habla ingles. Pero con mi ruso básico pudimos saber algunas cosas de las personas que nos acompañan: Ludmila tiene 65 años y viaja de Moscú a visitar a familiares, su madre está enterrada en la isla de Olhkon (donde vamos) lee mucho
y juega muy bien al sudoku. Polock tiene aspecto de Buryato y viaja a su república para casarse. Vlad tiene 17 años y está de vacaciones. También hemos interactuado con los niños haciendo sonidos de animales.
El Volga nos sorprendió durmiendo, es un río místico pero al verlo me pareció como cualquier otro.
Tanto Eugenio como Martina nos escribieron y llamaron por teléfono para ver como estábamos, ojalá que puedan viajar a Argentina algún día para recibirlos y mostrarle nuestra tierra.
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